Autora: Laura Trillo Carmona.

Hay parte de la vida de tu gato que quizás no conoces, aunque según su comportamiento ya podemos deducir cosas que ha vivido o que le han faltado. Muchas personas prefieren adoptar un gato bebé para evitar, según ellas, que “traiga manías”, cuando en realidad, lo más probable es que ese gatito crezca con problemas si esas personas deciden criarlo solas y sin otros gatos, al final, lo que suele pasar es que esos problemas le llevan al abandono y otra familia lo adoptará con ese “problema” que justo han creado las primeras personas que no querían un gato con “manías”, cuando el gatito era bebé. ¡Qué ironía! Es lo que vemos a diario en nuestra consulta, no son casos aislados desgraciadamente.

Los gatos no tienen “manías”, sino experiencias y aprendizajes. Pero lo que somatizan y molestan a las personas no son tanto estos aprendizajes sino los síntomas de estrés que sufre un gato, síntomas que pueden trabajarse para que el gato sea feliz y deje de somatizar eso. Por tanto, como decimos siempre en Terapia Felina, los problemas de comportamiento no existen, son esos síntomas de que el gato no es feliz: orinar o defecar fuera del arenero, comunicarse de forma agresiva, tener mucho miedo, no llevarse bien con otros gatos, tener ansiedad con la comida, estereotipias, entre otras cosas.

Los primeros meses tras una adopción de un gato adulto el gato se está adaptando, y es justo cuando se relaja cuando suelen aparecer los síntomas de estrés más frecuentes, que hablan sobre lo que el gato ha vivido antes de su adopción. Si ahora en su nuevo hogar todo está bien, se trabaja todo esto y el gato será feliz y sin problemas. Os dejo un vídeo en el que trato este tema tan importante, ¡para evitar devoluciones y que las personas sean más pacientes y responsables!